CAMPO Artfest 2022 explora la compleja y vulnerable coreografía que se da entre la humanidad y la naturaleza. Las obras y programas del festival analizan las inesperadas e involuntarias consecuencias ambientales de la actividad humana y los ciclos de retroalimentación que las mismas crean con el medio ambiente. Estas danzas resultan en nuevos patrones ecológicos que se repiten en todo el mundo y conectan paisajes locales con fenómenos planetarios. Por ejemplo, la Trigona amalthea, una especie de abeja nativa de América del Sur, no solo se ha beneficiado enormemente de la agricultura industrial y vuelto esencial para la polinización a gran escala; sino que también se ha convertido en la especie de abeja dominante en la región, empujando a otras especies de abejas al borde de la extinción, tanto a nivel regional como internacional. Las infraestructuras industriales globales producen cantidades de dióxido de carbono que alteran la composición atmosférica, vulnerando paisajes terrestres y acuáticos que van desde la Gran Barrera de Coral, en el noreste de Australia, hasta los bosques de Laponia, Suecia. Estos efectos de la actividad humana no son necesariamente catastróficos de forma inmediata, sino que ocurren lentamente, durante largos arcos temporales, en diferentes paisajes y para todas las modalidades de vida.

Como una tubería que gotea de forma constante y finalmente causa el colapso del piso de una casa, es difícil notar en estos casos una relación directa entre causa y efecto hasta que sucede algo más visible, que cambia radicalmente nuestras vidas. Esta edición de CAMPO Artfest se basa en lo que la antropóloga Ana Tsing llama efectos salvajes (feral effects), y describe cómo las ramificaciones incontrolables e imprevistas de las acciones humanas en el medio ambiente. Estos efectos se pueden rastrear tanto a nivel molecular como planetario, de manera concreta y abstracta. Invitamos a artistas y creatives de esta edición a pensar en cómo se entrelazan tales efectos, a través de diferentes escalas de tiempo y lugar, de registros humanos y no humanos (como animales, plantas, piedras y bacterias). La invitación es a pensar cómo podemos hacerlos visibles en nuestra cotidianidad ecológica, política y social.

El área alrededor de la Laguna Garzón, que desde el año 2000 ha sido una región protegida debido a su biodiversidad, se convierte en un anfitrión oportuno e importante para esta edición, ya que tales efectos se sienten, si es que ya no se ven, en el medio local. Un ejemplo de esto puede ser la aparición de cianobacterias y floraciones de algas que se dan cada vez con mayor frecuencia en la zona costera. Si bien las características de la región son particulares de este lugar, los efectos del desarrollo y la actividad humana se comparten con otros lugares distantes pero similares, como la Florida en Estados Unidos, el Mar Arábigo y Fiji, donde la proliferación anual de algas se ha convertido en una amenaza para la vida marina local y las fuentes de agua dulce. Tales similitudes no deseadas apuntan a patrones familiares de los efectos salvajes, que por más abstractos y lejanos que parezcan entre sí, son causados por el desarrollo excesivo y el cambio climático.

– Roxana Fabius, Patricia M. Hernández, Natalia Zuluaga

Patricia Margarita Hernández es curadora e investigadora radicada en Brooklyn, NY. Su trabajo, que a menudo se basa en la colaboración, se centra en las intersecciones del arte contemporáneo, el cambio climático y la teoría feminista. Actualmente ocupa el cargo de curadora asociada de aprendizaje en Amant, Brooklyn, NY.

Natalia Zuluaga es curadora y editora radicada en Miami, Florida. Desde 2014, ha sido codirectora de [NAME] Publications. En 2018 cofundó, junto a Gean Moreno, la revista digital bilingüe Dispatches. Anteriormente se desempeñó como directora artística en Oolite Arts (anteriormente ArtCenter/South Florida), Miami.